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TODA MEJOR exposición individual de NURIA ASENJO LARROSA

Nuria Asenjo Larrosa, Zaragoza 1998

Galería Simbiosis,  del 27-05-2023 hasta el 27-06-2023, Cº de las Torres, nº 114, 50007 Zaragoza.

¿Es posible conversar con la materia? ¿Tiene voz el pigmento? ¿Habla la pintura?

Si se observa a Nuria Asenjo Larrosa, la respuesta parece ser sí.

Con las personas ajenas al proceso de creación, con quienes miramos un cuadro buscando significados que nos resulten gratificantes, que nos sitúen en un lugar conocido, un lugar que reconozcamos desde nuestra atalaya cultural, no habla la pintura. En todo caso, con nosotras habla la Historia del Arte para decirnos que la obra de Nuria Asenjo Larrosa podría enmarcarse en el Expresionismo abstracto, o en el Art brut, o en el Primitivismo… Pero a Nuria –como, en general, a todo el colectivo artístico Andar de Nones del que forma parte– no le interesa dónde sitúe la Historia su trabajo artístico, porque ella mantiene un diálogo directo con la pintura. Si Jackon Pollock caminaba sobre el lienzo, convirtiéndose en herramienta de trabajo de sí mismo, Asenjo Larrosa se mantiene erguida, para mirar de frente a la pintura. Y la pintura le devuelve la mirada. Así se evidencia en los cuadros de esta exposición, Toda Mejor, donde, rodeado del eco del diálogo mantenido entre las dos, aparece el ojo que centra su apasionada conversación.

Los ojos han sido objeto de representación iconográfica desde la época del Neolítico y a su simbología se han dedicado numerosos estudios. Frente al triángulo en cuyo interior se observa el ojo que simboliza la deidad en algunas tradiciones, encontramos en esta exposición el Círculo y Cuadrado con Rayos. Si Juan-Eduardo Cirlot hubiera conocido el trabajo de Nuria Asenjo Larrosa, sin duda hubiera dedicado a su análisis un capítulo del libro El ojo en la mitología, porque, aunque de la entusiasta conversación que la artista mantiene con la pintura solo podamos acceder al mensaje encriptado de sus obras, no cabe duda de que ha creado una mitología propia.

Nuria Asenjo Larrosa, Toda Mejor, nos mira de frente a través de sus cuadros como una artista gigante, cíclope de la pintura.

Helena Santolaya

TODAS LAS CANCIONES exposición individual de MARTÍN GIMÉNEZ LABORDA

Todas las Canciones.

Martín Giménez Laborda, Zaragoza 1999

Restaurante del Espacio Las Armas del 19-04-2023 hasta el 20-05-2023 ampliada al 20-06-2023

Plaza Mariano Cavia, nº 2, 50003 Zaragoza

 

La pintura que suena

La belleza será convulsiva o no será. La famosa frase de André Breton, con la que intentaba combatir el acomodaticio arte burgués, no ha perdido ni un ápice de su vigencia. La historia del arte está hecha de jirones y desgarros. Y esos mismos jirones son los que permiten que la creatividad siga escapándose y emergiendo entre los estrechos márgenes que establece el sistema oficial.

Martín Giménez Laborda es un joven creador perteneciente a la Generación Z. Esa generación afortunadamente desprejuiciada, valiente y ambiciosa en el mejor sentido de la palabra, que está encontrando nuevas formas de expresarse, más libres y con menos ataduras. Está claro que Martín pertenece a esa generación.

Si bien las etiquetas y las clasificaciones tienden a encasillar y simplificar la obra de los creadores y suelen ser siempre inexactas, a veces pueden servir para aprehender el sentido de la acción artística. Y Martín maneja muy bien esas etiquetas, cuyos nombres en idiomas foráneos no siempre reflejan de forma certera su verdadera esencia. Outsider, aunque con el tiempo haya ampliado su significado, significa forastero, intruso, extraño. Naïf significa ingenuo. Brut –aplicado al art brut, término acuñado por Dubuffet en 1945 para describir el arte marginal- significa bruto, bestia, grosero. Y sí, algo de extraño, ingenuo y bestia tiene el arte de Martín. Pero, sin duda, va mucho más allá de esos parámetros restrictivos.

Al observar los cuadros que pinta Martín Giménez es inevitable recordar a Jean-Michel Basquiat, al africano Amadou Sanogo, al músico-pintor outsider Daniel Johnston o al mismo Dubuffet. Son referencias que acudirán a la mente de espectador avispado, pero que muy probablemente no están en la de Martín, que conectará con la estética de todos esos artistas de forma involuntaria y espontánea. Pero esa filiación permite establecer un continuo en la historia del arte que es siempre deseable.

La pintura de Martín, llena de expresividad y frescura, le ha llevado a participar en exposiciones tanto individuales como colectivas (en el marco de proyectos como El Mundo en Singular o Andar de Nones), en lugares que van desde espacios míticos del imaginario aragonés como EnLATAmus de Remolinos o La Cala de Chodes hasta la capital parisina y diversos puntos de la geografía europea. Hasta el infinito y más allá.

Y ahora, tras muestras individuales como “Me llamo Martín”, “Mujeres guapas con trajes de sirena” y “Martín, pintor, músico y electricista”, presenta en el Centro Las Armas su nueva exposición “Todas las canciones”, con la que reafirma su otra gran pasión: la música. En un ejercicio verdaderamente sinestésico, Martín consigue que su pintura suene. Una pintura vivamente expresionista, toda una eclosión cromática, que sirve para plasmar sus personalísimos retratos de figuras del blues (B.B. King, Robert Johnson), de la música clásica y su vertiente exótica (Beethoven, Mozart, Ara Malikian), del rock menos previsible (Frank Zappa), del son (Compay Segundo), del reggae (Bob Marley), del jazz (Max Roach, Miles Davis) y de la actual y muy creativa heterodoxia nacional (Niño de Elche, Rodrigo Cuevas).

En esta sinestesia entre trazos y notas, entre pintura y música, Martín acepta el reto. Si el Maestro Mateo esculpió en el siglo XII las figuras de los músicos del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, ¿por qué no habría él de pintar a los músicos de nuestra época? Y sí, al igual que Breton, también Martín está convencido de que la belleza será convulsiva o no será.

Luis Lles

CRÉDITOS:

Organiza:

Asociación TEAdir-Aragón.

Financia:

Ayuntamiento de Zaragoza.

Coordinación y producción:

Cristina Laborda, Gejo de Sinope.

Comisariado colectivo

Martín Giménez, Cristina Laborda y Gejo de Sinope.

Diseño gráfico:

Natalia Volpe.

Textos:

Luis Lles.

 

COMBO, DE TÚ A TÚ

Cada obra de esta exposición ha sido creada por tres personas distintas. La primera en actuar fotografío los rostros de cada integrante del colectivo artístico Andar de Nones, hizo un primer retrato. Sobre ese retrato original, reducido digitalmente a mancha de negro sobre blanco de lienzo, semejante a la silueta que deja la pintura sobre esténcil, otras dos personas intervinieron plásticamente utilizando pintura, tela, hilo, objetos, … hasta conseguir el resultado final; lo hicieron mano a mano, conjuntamente, compartiendo tiempo y especio de creación. Una de estas dos personas es, precisamente, la retratada inicialmente, alguna o alguno de los integrantes de Andar de Nones; la tercera persona en cuestión (hasta trece) es un artista que reside en la ciudad de Zaragoza, en España.

La realización colectiva de una obra de arte no es nada nuevo, basta recordar los talleres adscritos, o no, a un artista relevante; en la lista pueden aparecer desde los talleres de Giotto o Rafael, hasta el actual de Jeff Kons.

La novedad esta vez, ligada a algo que podríamos llamar experimentación, viene dada por un hecho prácticamente inédito, que es la confluencia en una sola obra del retrato y del autorretrato, y es que retrato y autorretrato han sido, por definición, términos excluyentes.

La historia del arte abunda en retratos y no tanto en autorretratos. El retrato surge de la necesidad individual y social de representar al otro y, sobre todo, de ser representado por el otro, la necesidad de que alguien nos mire, nos admire, y afirme o confirme cómo somos. Afirmación no siempre compartida, ahí está el ejemplo de El Aretino, amigo de Tiziano, que reprochó al artista no haberle retratado todo lo bien que él esperaba; criticó, en concreto, no haber sabido reproducir el reflejo de los terciopelos de su vestido. No hay que ir tan lejos en el tiempo, cualquiera de nosotros, ante un dibujo, una pintura o una fotografía que nos ha hecho otra persona, hemos pronunciado alguna vez la fatal sentencia: «no me has sacado bien».

«Sacar bien» ha querido decir durante siglos que la representación se pareciera lo máximo posible al original. El dibujo, la pintura, la escultura, mejor dicho, dibujantes, pintores y escultores se esforzaron por conseguir esa mímesis, desarrollaron técnicas casi prodigiosas para asegurar la pretendida fidelidad entre el modelo y su representación, hasta que llegó la fotografía y mejoró lo que parecía inmejorable, la obra de Rembrandt, Goya, Velázquez…

Lo que siguió después puede leerse como una derrota del dibujo, la pintura y la escultura frente a la fotografía o como una liberación: las artes antiguas ya no estaban obligadas a buscar su crédito en la excelencia del parecido.

Así, a partir de los inicios del siglo XX, un retrato puede crear una realidad y no limitarse a reproducirla. Lo mismo sucederá con la representación de objetos y de la propia naturaleza. El cambio fue revolucionario y las nuevas formas del arte liberado, que durante más de un siglo han visto nacer movimientos de la importancia del cubismo, surrealismo, expresionismo, art brut o pop-art, son las que han hecho posible la obra de este Combo que ahora contemplamos.

Las formas artísticas han cambiado, radicalmente, lo que no ha cambiado es la necesidad de, al menos, dos personas para la creación de un retrato; dos personas que, obligadamente, tienen que establecer una relación que cabe dentro de la expresión de «de tú a tú», y es que en el momento de retratar y ser retratado hay un desvanecimiento temporal del «yo», quien retrata se interesa por el «tú» del retratado; quien es retratado confía plenamente en el «tú» que le está retratando.

El acto de retratar es reconocer, ni más ni menos, que el otro existe.

Esta tradición milenaria corre peligro de desaparecer frente a la escandalosa irrupción del selfi. Cada vez que nos «disparamos» a nosotros mismo estamos renunciando a que el otro nos retrate. ¿Ya no nos fiamos de la mirada ajena?

El selfi invierte la relación cuantitativa entre retratos y autorretratos, no hace falta sacar la calculadora para saber que ya hay (en papel o en la nube) más autorretratos que retratos. ¿Tiene esta manera de retratarse algo que ver con la de Frida Kahlo o Leonora Carrington, por poner dos ejemplos casi contemporáneos? La respuesta es no, Kahlo y Carrington buscaban y conseguían en sus autorretratos parecerse solo a ellas mismas; los selfis envían el mensaje contrario: me parezco a todo el mundo. El yo que ya no se fía de otro quiere ser, gracias al selfi, como todos los demás.

Los artistas de Andar de Nones se han autorretratado mientras otros artistas a su lado los retrataban, han confiado plenamente en el otro mientras intentaban, y lograban, representarse a sí mismo como seres únicos. Estamos hablando de arte.

Grassa Toro para Combo

Enero 2023

CRÉDITOS:

Organiza:

Asociación TEAdir-Aragón.

Financia:

Ayuntamiento de Zaragoza.

Coordinación y producción:

Cristina Laborda, Gejo de Sinope.

Comisariado colectivo

Andar de Nones, Cristina Laborda y Gejo de Sinope.

Diseño gráfico:

Natalia Volpe.

Textos:

Carlos Grassa Toro.

 

Obra:

Ana Moros de la Fuente, Ana Urbina González, Borja Bolea Delgado, Carlos Gutiérrez Ibañes, Cayo, David Delgado Cabrejas, Federico Contín, Gejo, Gonzalo Ferreró, Helena Santolaya, Isabel Bosque Galve, Javier García Roco, Javier Remirez, Manuel Cereza Turmo, María Pilar Rey Martín, Martín Giménez Laborda, Mercy Rojas, Nuria Asenjo Larrosa, Pilar Serrano, Samanta Carolina Gómez Morales, Sara Jotabé, Silvia Roche Pastora, Violeta Bourret Lacouture, Yahdih Brahim Abdala.

Fotografía:

Javier Roche

Pieza audiovisual:

Ángela Gutiérrez-Crespo González

Música:

Coconut-Almirante Bloom

Montaje:

Centro Joaquín Roncal.

Agradecimientos:

Espacio Torreón

CPA Salduie